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16 de febrero de 2009

Participacion Estudiantil: Diagnostico y proyecciones - Marzo 2007

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Lo primero que debemos notar al momento de hacer política en nuestro contexto social, es que vivimos en un país cuya sociedad, por distintas razones históricas, no incentiva la participación es posible encontrar un sujeto social bien constituido ni con conciencia de su rol social, así como tampoco de los grandes cambios que, de estar organizado y politizado en un grado avanzado (lo cual implica un enorme trabajo político que hoy no se ve por ninguna parte que esté funcionando ni surtiendo efecto), podría desencadenar en la sociedad chilena aportando desde su sector respectivo (la educación) al conjunto de demandas sociales existentes.

Podemos entender esto en tres niveles:

  • La FECH no tiene una estructura que incentive realmente la participación, y su trabajo político hadecaído notablemente; prueba de ello es el hecho de que en el último año aproximadamente 300 votos hicieron la diferencia para lograr el quórum necesario para elegir una federación.
  • Los CCEE de cada espacio local tampoco han logrado dar con una estrategia política ni una estructura capaz de dotar de herramientas efectivas de participación que se traduzcan en niveles, tanto cualitativos como cuantitativos, que puedan ser llamado “representativos”, es decir, que participe la mayoría, y no solo un pequeño sector, el “activo político”
  • Todo esto, junto a las condiciones sociales del Chile actual, sus normas jurídicas y especialmente una tradición conservadora desde el punto de vista de político (engendrada en la dictadura y mantenida por la Concertación), implica que la participación estudiantil en el ámbito universitario esté en franca decadencia.

A la hora de ver y analizar la participación política en nuestro espacio de acción, debemos aclarar que hay dos formas en que esta se expresa: la estructura que la regula (estatutos de organización) y el nivel de participación que hay en ella, ambas igualmente importantes. No es fácil que la participación estudiantil se engendre en un marco normativo poco democrático que no lo incentive y, en el mejor de los casos, que significaría una participación mayoritaria de la comunidad estudiantil, estos marcos se verían ampliamente rebasados y su existencia daría lugar necesariamente a otra estructura organizativa concordante con la situación determinada. Del mismo modo, una participación estudiantil reducida inserta en una estructura de democracia directa (por poner un ejemplo extremo), no daría ningún resultado y la participación quedaría adscrita a los mismos de siempre.

En resumen, estatutos democráticos no hacen más y mejor democracia por si solos, ni la participación democrática y mayoritaria de estudiantes es promovida y mantenida sin estructuras que den cuenta de su capacidad real.

Entre otros factores que inciden a la hora del análisis, podemos mencionar la falta de una propuesta que aglutine a los estudiantes y los incentive a movilizarse por un objetivo en común, entendido como un proyecto de universidad, engarzado a su vez con un proyecto país al cual pretenda darle forma, lo cual efectivamente ocurrió históricamente en la Chile, al menos hasta 1973. Junto con esto, y como efecto colateral de lo mismo, no existe una estrategia movilizadota que permita generar amplios consensos, necesarios para lograr la cohesión del movimiento.

Otro hecho, y no menor, es el de los dirigentes políticos en la Universidad. Las características de la sociedad traducidas a la política tradicional y específicamente al ámbito universitario, han generado un fenómeno extraño: los dirigentes, lejos de ayudar a incentivar, organizar y movilizar a las bases en pos de los objetivos políticos de turno, han ido creando una dependencia desmovilizadora, en la cual muchos estudiantes desinteresados del tema de política y participación, se han desentendido del tema depositando toda la responsabilidad en los dirigentes; como ejemplo tenemos a grandes cantidades de estudiantes que entienden los procesos políticos de la Universidad como una mera función del presidente de la FECH, o más localmente, del CCEE, delegado de carrera o de curso respectivo.

Con todo esto, creemos que es posible sistematizar la discusión del tema de participación estudiantil en la Universidad de Chile observándolo desde 4 prismas, complementarios y nunca desligados entre si:

  • La crisis de los dirigentes

  • La falta de un proyecto de Universidad pública engarzado en un proyecto país.

  • La crisis de participación tanto en las instancias institucionales de la U, como en las promovidas y creadas por los mismos estudiantes.

  • Un plan de acción capaz de ligar efectivamente todos estos temas en una estrategia movilizadora

¿Cómo mejorar entonces la participación estudiantil en nuestra U?

La solución a estos problemas, pasa necesariamente por un análisis estructural de los tipos de estudiantes, las organizaciones existentes y las relaciones de los estudiantes con ellas, mediadas principalmente por algún problema a resolver.

Esto mismo es necesario hacerlo en cada facultad, para comprender bajo qué dinámicas están funcionando las organizaciones con los sectores políticamente activos, los que se preocupan al menos de informarse y, finalmente, los que se desinteresan totalmente del tema. Esto es útil ya que, en primer lugar, permite aprender de los errores hasta ahora cometidos y en segundo lugar, porque es imprescindible a la hora de elaboraruna táctica que fomente la participación acorde a la realidad de cada espacio.

Luego de esto, algunos elementos recogidos en la discusión fueron los siguientes:

  • Es necesario incentivar la capacitación de dirigentes de base, capaces de hacer llegar las inquietudes macro a espacios micro, y viceversa. La capacitación tomaría la estructura de espacios de autoformación dirigencial con documentos base para actuar políticamente en nuestros sectores y universidad en general (documentos oficiales, estatutos, leyes, proyectos, historia local y universitaria, etc). Es una labor de todos apoyarla.

  • Es una labor de todos apoyar la reformulación de organización institucional más democrática, es decir, lograr que los estatutos de los modos de organización que rigen institucionalmente a las facultades sean más democráticos, pero siempre teniendo en cuenta la realidad de cada espacio (sin idealismos ni pesimismos vanos)

  • Es útil políticamente, además de ser una herramienta crucial para hacer sentir a los estudiantes comunes la política como parte necesaria de su proceso en la U, el traducir los problemas políticos estructurales y transversales de ésta, a problemáticas sociales cotidianas, fomentando así la movilización por reivindicaciones de importancia inmediata, como paso estratégico para dotar al estudiantado de confianza en la organización estudiantil como arma de lucha efectivamente funcional.

  • Es crucial hacer todos los esfuerzos posibles para que la información que maneja el activo político, pueda llegar a todos los sectores, socializando la política y haciéndola más atractiva.

  • Es preciso hacer entender a los estudiantes en general que lo político no solo hace referencia a orgánicas políticas, sino que es una práctica social que se puede dar tanto dentro como fuera de organizaciones constituidas.

  • Para darle forma a una movilización útil para conseguir fines que se propongan, es clave tener un plan de acción material para llevarlo a cabo.

Finalmente, es preciso agregar que estas respuestas generan a su vez más preguntas, cuyas respuestas deben ser respondidas socialmente por el conjunto de los actores interesados en los temas.



*Extraido del congreso fundacional de Trazando Senderos