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4 de abril de 2009

29 de Marzo, dia del Joven Combatiente.

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Como todos saben, ayer fue el día del joven combatiente. La televisión ha cumplido con su habitual tarea de distorsionar el sentido de una fecha emblemática, y actualmente ya es difícil para muchos de nuestros conocidos, o incluso nuestras familias, disociar este día de las imágenes que nos muestran de niños y mocosos haciendo desordenes aparentemente sin sentido. Entre el espectáculo tan lleno de fuego, barricadas y nobles carabineros sufriendo los embates de descontrolados delincuentes, se va olvidando quienes fueron asesinados un día como este, quienes los mataron a sangre fría y, especialmente, el por qué de un acto tan cobarde.

Y es que la televisión sabe hacer su trabajo, y no nos extrañemos si un buen día los chilenos olvidamos también por qué pasó lo que pasó el 11 de Septiembre… No queremos acá repetir la historia de la muerte de los hermanos Vergara Toledo, en otras páginas podrás encontrarla con lujo de detalles y podrás apretar los puños de impotencia. Acá, en cambio, queremos pedir unos minutos de tu tiempo para reflexionar sobre el tema de fondo, lo que los hermanos Vergara hubieran querido que todos recordemos: la idea que hay tras la consigna de la juventud combatiente y la necesidad de su existencia.


La muerte de los Hermanos Vergara y la transición pactada a la democracia

Rafael y Eduardo Vergara eran militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, organización que se oponía con fuerza a la dictadura, y que contaba con una base social de apoyo que difícilmente hoy podríamos ver en alguna organización de izquierda. Era sin duda un problema para el poder, y esto se hacía palpable en el ensañamiento con que torturaban a todos sus miembros si lograban capturarlos. La lucha que daban, más que por la democracia, era por un levantamiento popular capaz de derrotar (y no negociar con) la dictadura e imponer las demandas de las mayorías que hasta el día de hoy siguen esperando. Ese era el ejemplo de lucha que daban, en tiempos que aquello podía costar ni más ni menos que la vida.

Creemos que se debe tomar a los Vergara como un ejemplo de continuidad en la lucha revolucionaria, por sobre los acuerdos cupulares que pactan democracias a la medida de los ricos. Sería injusto, por lo mismo, no recordar hoy a otros tantos compañeros jóvenes y valientes que representaron los mismos ideales y que, siendo asesinados del mismo modo, no tienen un día dedicado a ellos; más aun, por la situación en que se encuentra nuestro país, debemos recordar a los jóvenes combatientes asesinados cobardemente en democracia, y recubiertos por las manoseadas palabras del terrorismo y la delincuencia.

Uno de aquellos compañeros caídos en democracia era Pedro Ortiz, estudiante de sociología en la Chile y acribillado en 1992, a quien se honra en el auditorio de la facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile y cuya muerte está cubierta de la misma clase de mentiras con que nos embaucaron en esta transición que no es nuestra, que no quisimos ni inventamos. Entre esas infamias debemos incluir, por supuesto, el silencio de autoridades y movimientos políticos de izquierda que funcionaban al interior de la Facultad, e incluso de la comunidad universitaria en general. Murió un estudiante de nuestra Universidad, murió un joven combatiente y preso político, murió con 15 disparos en el cuerpo y rematado de 2 disparos en la cabeza, y murió sólo. Se sumó a otros tantos asesinados hasta entonces, muertos por soñar que la sociedad podía y debía ser diferente, por entender que la democracia sin justicia social no tenía sentido.

La Juventud Rebelde como ejemplo de acción
Nadie negará que falta mucho por avanzar para construir un horizonte revolucionario, y que la juventud muchas veces se encuentra presa de la ideología individualista de hoy. Sin embargo, son jóvenes quienes han dado grandes ejemplos de lucha social por recuperar lo que nos pertenece; el movimiento estudiantil - a pesar de sus desórdenes internos y los constantes intentos de cooptación por aquellos que quieren un puñado de votos más- ha logrado en varias oportunidades ser el depositario de las esperanzas del pueblo y de que el cambio social es posible y necesario.

Hoy, es la vitalidad que los hermanos Vergara tenían como Jóvenes Combatientes la que intentamos reflejar en cada asamblea, discusión o movilización que busca enfrentar a la burda y sonriente gerontocracia que hoy nos gobierna o que busca repetir fracasadas fórmulas para llegar al parlamento haciéndole el juego a los mismos de siempre.
Ser joven combatiente tiene poco que ver con echarnos un arma al hombro y salir a devolver las balas con que mataron a los nuestros, pero mucho menos tiene que ver con quedarnos de brazos cruzados ante las injusticias sociales y las desigualdades que vemos día a día. Ser joven combatiente es tener conciencia, es solidaridad, es rebeldía, es organización, es iniciativa. Es pasar a la ofensiva y darle cara al poder con la fuerza que da la única forma de organización real, la que se levanta desde abajo.

El joven combatiente de hoy lo vemos en el dirigente de base, quien insta a sus compañeros a discutir, a protestar, a construir y utilizar el poder que la organización de base construye. Ser joven combatiente es lucha, por el pueblo, por nosotros: por los compañeros que ya no están, pero especialmente por los que siguen vivos.

¡Seamos jóvenes combatientes: a fortalecer y multiplicar la organización estudiantil!